La vida a 10500 kilómetros.

Estoy considerando publicar un post con fotos de acá, curiosidades, y cosas distintas…se admiten sugerencias.

Ver pasar las horas en un viejo café. Entre mediaslunas, alfajores, y agua con gas. Internet en mi departamento se está haciendo de rogar. Igual que algunos papeles, en el consulado ya me saludan.
Paciencia. Es cuestión de tiempo, nada más.
Por lo demás, todo bien. Ya estoy hecho a la ciudad y a su ritmo, puedo caminar sin perderme, y hasta conozco las tiendas que necesito. Puede que compre una camiseta de Olimpo. Y un mate. Debería comprar un mate.
Los gallegos atraemos la lluvia, en una ciudad con menos de 100 días de lluvia al año, ya llevo 3. Al menos ha limpiado el cielo de ceniza.
Mi 10-24 vuelve a fallar, estoy a la espera de presupuesto, veamos que pasa.
Por lo demás, ya estoy haciendo fotos, buscando las diferencias, buscando mi estilo, es un que se yo continuo…
Me cansa escuchar los Simpson en latino.

Perdón por las reflexiones al aire.
Cenaré gnocchis.

Adaptarse al idioma, a que nada se llama como tu conoces, a no tener nada de lo que esperas en el super (o si, con otro nombre, pero a saber cual), a cruzar las calles, los semáforos son peculiares, a los billetes, al 1/6 en la moneda, al horario de la comida, a chamuyar con desconocidos y hablar con tu acento de siempre en confianza, al dulce de leche, a las diferencias en la comida, aprender a cocinar nuevos platos, y adquirir nuevas costumbres…lleva un tiempo, discúlpenme si tardo en escribir, en cuanto recupere internet, volveré a la carga.
Entre tanto, se os echa de menos.

44 horas. Santiago de Compostela, Madrid, Cali, Bogotá, Buenos Aires, Liniers, Azul, Bahía Blanca. Un lujo viajar con Avianca, aunque tanto viaje, cambio de hora, luz y y todo, acaba con cualquiera.

Es imposible no echar de menos a tanta gente única…

Piensas. Te asustas. Te convences a ti mismo. Te convencen.
Recopilas recuerdos de toda esa gente a la que vas a echar de menos. Podrías escribir algo sobre ellos, pero ya lo saben.
Sientes esa horrible sensación en el estómago, ese eterno, ¿qué se me olvida en la maleta?, que no te abandonará hasta que días más tarde descubras qué es lo que faltaba. Más que una maleta, necesitarías un camión. Hará frío, te avisan. Al menos el abrigo no te robará espacio…
Cuatro días para despedirse de todo el mundo.
Es, cuanto menos, un reto.

Se acerca el día. A veces demasiado rápido. Mucha gente a la que avisar, es imposible hacérselo saber a todo el mundo. Mucha gente a la que ver, con la que quedar, muchos cafés pendientes, planes que llevar a cabo, y el calendario se aprieta. Papeles. Completar mil veces una maleta imaginaria. Recordar esto y aquello, no te puedes olvidar de eso, o de tal persona. Hace meses que no ves a fulanito, pero te apetece tomar un café. No hay tiempo para todo el mundo. Es complicado. Desde ya, pido disculpas por ello.
Supongo que en unos días, o en unas horas, esas que se queman, todo parecerá más sencillo, pero hay momentos en los que la realidad abruma. No puedo negar que no me ilusione todo. La vida es dar pasos. No hay camino de vuelta, pero si muchas rutas con el mismo destino. Tomar la adecuada. Acertar. Espero que este sea un acierto. Lo será. ¿Y que será de Menganito? Debería llamarlo. Por otro lado, no cambiará nada que lo llame o no. Estrés. Es cuestión de mirar hacia delante, de hacer todo aquello que pueda estos días, y llegar a Bahía con una sonrisa, y descubrir un nuevo mundo. Soy gallego, estamos acostumbrados a ello. Todo irá bien. Serás feliz. Y todo seguirá en el mismo lugar cuando regreses.
Y mientras tanto, pasan las horas. A veces demasiado rápido. Otras, lentas, mientras que la curiosidad, las ganas de saber, te aprietan en la garganta.

Comienzo el blog, sin rumbo fijo, a una semana de la despedida. No se que vendrá, ni como será, pero la vida es dar pasos, uno detrás de otro. El lunes tomaré una ruta de 26 horas, que me llevará desde la hermosa Santiago de Compostela, a Buenos Aires, pasando por Madrid y Bogotá; y desde allí, tomaré un autobús (colectivo, hay que irse acostumbrando) que me dejará en Bahía Blanca, a 10500 kilómetros de Narón, de ahí el título del blog. No tengo muy claro con que clase de contenido rellenaré las páginas de este blog, aunque pretendo narrar de algún modo lo que es vivir en otro país, en el que todo es parecido pero distinto, sus anécdotas, las curiosidades, aquello que me vaya sucediendo. Un modo más de demostrar que estoy vivo. Y como siempre, la vida sigue en mi manicomio, twitter y flickr